sábado, 7 de enero de 2012

Estimulacion Sexual El Tacto (Nota Rapida)

“5 sentidos”; en realidad contamos con 11 formas diferentes de recibir información tanto del medio ambiente que nos rodea, como de nosotros mismos.

Los sentidos básicos son el tacto, la vista, el olfato, el gusto y el oído -muy familiares para todos-; pero también contamos con el sentido de la cinestesia (nos permite saber sobre posición y movimiento de nuestras articulaciones), el sentido vestibular (nos permite saber sobre equilibrio y aceleración), los sentidos para conocer si algo está más frío o más caliente que la piel en contacto, el sistema háptico (que nos permite saber sobre forma, tamaño y textura de lo que entra en contacto con nosotros) y el sistema vómeronasal que nos permite captar hormonas sexuales, territoriales o agresivas producidas por un semejante (un sentido muy atrofiado y vestigial actualmente).

Si creemos en la evolución más que en el creacionismo, pensaríamos que los seres más primitivos en el origen de la vida tal vez no tuvieran más que el sentido del gusto: ¿Alguna vez ha querido comerse a alguien con el cual podían determinar qué era nutritivo y qué no lo era para seleccionar sus alimentos.

En segundo lugar es bien probable que se hubiera desarrollado el sentido del tacto, precursor del movimiento, para determinar novedades en el contacto con el ambiente y tal vez más adelante –entrecruzados con otros que iban siendo necesarios y adaptativos- el olfato a la manera de “gusto a distancia” o telegusto.

A lo primitivo del sistema del tacto le podemos, entonces, atribuir la importancia que tiene como fuente de excitación sexual humana comparado con cualquiera de los demás. Nuestras terminales sensoriales táctiles están distribuidas por todo el cuerpo y según la distribución y concentración de ellas en ciertas zonas hablamos de áreas de la piel particularmente sensibles, que denominamos erógenas por cuanto su estimulación produce placer sexual.

En la mayoría de las personas –no en todas-, son erógenos la zona genital, el periné, el ano, muslos, axilas, cuello, orejas, lengua, labios y en el pecho la zona alrededor de los pezones, incluyéndolos.

En cada pareja sexual, los dos deben explorar e identificar las zonas erógenas del otro con el propósito de facilitar la excitación con la que se prepara adecuadamente cada uno para una respuesta sexual exhaustiva y satisfactoria.

Para la mujer es más importante la estimulación de sus zonas erógenas y es bien sabido que un buen tiempo dedicado a recorrerlas y excitarlas aumenta la probabilidad de que se dispare el reflejo orgásmico; al tiempo que se incrementa su velocidad de aparición y su intensidad.
Para el hombre, siendo igual de importante ser tocado y excitado en sus zonas erógenas, es muy satisfactorio y excitante tocar y excitar a la otra persona.

Disfruten del sexo con mucho tacto, piel con piel, lengua, labios y yemas de los dedos atrevidos y exploradores. Los masajes sexuales, que incluyen recorrer a la otra persona con sus propias zonas erógenas, tiene su origen en la comprensión de la importancia de este canal sensorial en la satisfacción sexual.

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